Cuando digo que siempre la cago, es por que siempre la cago, tengo ese extraño don. En este caso va mas allá de cualquier cagada, en mi perfil digo que vivo algo así como la cagada que dejé, pero nunca le había tomado el peso hasta hoy.
Estaba viendo la teleserie con mi vieja, de pronto lo que pasaba en la pantalla gatilló el mas terrible dolor que he sentido y que si de algo se es de dolor. Mi vieja rompió en llanto, destrozada y yo sin saber que hacer, buscó mis fotos y me hablaba como si la pudiera oír. Porqué era la pregunta recurrente y cada palabra suya habría un abismo mayor en mi desolada vida o muerte. La culpa me absorbía y lo único que quería era arrancar, salir corriendo, atravesar el mundo, el planeta y quedarme en el centro, en el infierno ardiente del núcleo - como dolor que alivia el dolor- pero no podía hacer nada, estaba petrificado, castigándome a mi mismo con cada palabra que pronunciaba su voz. Era como que si todo mi dolor pudiera aliviar el de ella, no importaba que yo una vez muerto por mi mano, no pudiera volver a descansar y estando condenado a este mi propio purgatorio, cada palabra fuera una razón más para arrepentirme. El apego que me condenó, me convirtió en un fantasma famélico que no encuentra sosiego a su alma perdida.
En un momento mi madre sacó cientos de pastillas y se dispuso a tragarlas. Sin darme cuenta me metí en su cuerpo y sentí, si se puede sentir, todo el peso del dolor de aquellos que dañe con mi decisión. Lloré, y aunque hubiese querido gritar, mi voz, su voz no salía. El ardor en el pecho, el vacío con sus ansias carnívoras. La angustia, fue mil veces mayor que aquella vez que decidí huir. Me retorcía, y aunque lo que sentía era más fuerte que yo, no la dejé escapar, aguanté como si se tratara de renacer, de redimirme, no la dejé tomar las pastillas.
Pasaron los minutos que se hicieron eternos, mi hermana entró a la casa y me tomó, la tomó en sus brazos – mamita, que pasa-, en ese momento la dejé.
No soporto esta situación, vago cada día y cada noche, sin un abrazo que de alivio a mi pena. Lo que pasó hoy, cambiará mi vida (de muerto) para siempre, ya no puedo ser el mismo, pido a Dios que así como no me dejó huir de nuevo, que me devuelva aunque sea mi humor negro, como aquel salvavidas que siempre fue, para encontrar la fuerza y la sabiduría, para poder volver…