El caso es que estoy con mi madre y me siento junto a ella las pocas veces que lo hace, por lo general esta ocupada, siempre haciendo algo, no es muy eficiente en sus esfuerzos, pero es trabajadora y mientras cose o hace otra cosa, deja la tele encendida y así aprovecho de ver, lo cierto es que me he hecho adicto a una teleserie “La Hija del Mariachi” que es simplemente notable y me ha alegrado los días.
Estos días han sido extraños y he pensado en todo lo que pasó antes de mi suicidio. A veces me acuesto en mi cama mirando hacia el techo, es mi pieza, sigue siendo mi pieza, aunque la verdad nunca estuvo tan ordenada, pero sigue siendo quizás el único rastro inalterado de mi existencia. Fue en esta pieza donde hicimos por primera vez “un te quiero mucho” por que simplemente no sabía que le amaba, fue en esta pieza donde amarré la corbata al gancho que sale del techo para usarla de forma invertida, por así decirlo. He recordado los sucesos en los días previos a mi decisión, a mi muerte.
En esos días la pena me absorbía, toda la vida como la conocía en el último tiempo, lo mejor que viví se esfumó en lo que se corta un llamado telefónico, la universidad, la familia de mi ex y aquel lugar entre sus brazos que llamaba hogar. El planeta giró en un solo segundo, mis piernas temblaron, sentí escalofríos, mi abdomen se contrajo y en ese momento supe que el fin había llegado, el fin llega antes que la muerte, en ese mismo momento quedé a la deriva hasta desembarcar en este mi propio purgatorio. Días antes después de navidad fui yo el que dijo “se acabo”. Claramente no sabía lo que eso significaba o simplemente creí que podría llevarlo. Me equivoqué y en mi pena me preguntaba porque lo dije, pero ya no importaba eso ya había acabado y no porque no me amara, sino simplemente porque ya no quería hacerlo. Lo sentí como una traición, pero no cualquier traición sino la de la persona que mas me conocía, básicamente perdí la fe en mí.
Como dije antes el día del año nuevo pensé en ahorcarme y calculé si el gancho que cuelga de mi techo para colgar la bicicleta resistiría mi peso, luego pensé en la eyaculación, en lo inútil del semen y deserté la idea.
Donde vivo es un barrio peligroso y conseguirse un arma no es tarea difícil, además tengo amigos de variable calaña y más de alguno tiene un arma. El problema era como diablos me la conseguía, todos conocen lo que pienso de las armas y si pedía una era muy sospechoso. Los engañé e inventé la historia del corto que quería hacer y finalmente me prestaron un revolver si balas, que era lo mismo que nada.
El día 1 fui a su casa, me dijo que no me amaba, que ni siquiera sabía si me quería, que no me echaba de menos, si en ese momento necesitaba balas ahí estaban en sus palabras. En el camino a mi cas recordé una extraña casualidad, hacía muchos años encontré una pistola en el cajón de la cómoda de mi padrastro, conociéndolo saqué las balas. En es momento recordé donde estaban, en el cementerio de los recuerdos que hay bajo de mi cama, llegué a mi casa y las encontré, eran tres balas, tres oportunidades para Dios, tres balas de coincidente calibre al revolver. Esa noche no pude dormir, lloré todo el tiempo. La mañana del día 2 fingí estar bien, engañé a mi madre para que saliera tranquila, se despidió dulcemente de mí. Estaba solo, realmente solo y llamé a mi ex por ultima vez, patéticamente le pedí que me salvara, le dije que me mataría, que no soportaba este dolor y la confusión. No le importó. Lloré tirado en el suelo, lloré como lloran los hombre, me senté en el suelo, tome el revolver que estaba junto a mi, respiré profundo hasta tranquilizarme, no sequé mis lagrimas, quedarían como un recuerdo. Puse las balas que llevaba en mi bolsillo. Seis agujeros y tres balas puestas al azar.
Siempre quise creer en Dios, siempre quise creer, tener fe, pero solo me alcanzó para creer en ella y ella mintió, en algún momento mintió.
Hice girar la nuez del revolver, me paré lentamente y puse el revolver en mi boca, en el ángulo perfecto para viajar a nunca jamás.
Ese día Dios no me falló, fui yo el que lo hizo.