... nunca pertenecí a nada, nunca tuve patrones que quisiera seguir, nunca tuve amigos de verdad, siempre fui un bicho raro, el porque no lo se, no encajo fácilmente. Desde muy niño rachacé mi entorno, no era como el resto, yo era algo de segunda clase. Aunque intentara formar parte del grupo, no podía, siempre me mirarían en menos. Un día me aburrí y forme mi propio grupo, uno conformado por mi y solo por mi. Me acostumbré a hablar solo, a jugar solo. Ni siquiera tuve amigos imaginarios, ningún peluche que hablara solo en mi presencia, estaba solo, mas vale solo que mal acompañado, me decía, pero en realidad a lo mejor era yo la mala compañía y por eso estaba solo. Nunca nada me importó demasiado, me acostumbré a las carencias de todo tipo, nunca nadie entro a mi grupo, siempre fui solo y me sentía bien así. Era libre de estar donde quisiera, si algo no me agradaba me iba, no tenía compromisos con nadie, así no era feliz, pero estaba tranquilo. La vida siempre me trató mal, pero no importaba, la tristeza no podía llegar a mi mundo, la alegría tampoco. La inercia de vivir se mezclaba con la esperanza de que por algo son las cosas, o eso creía.
Un día casi sin darme cuenta abrí el corazón, me saqué la armadura,con torpeza por cierto, no es fácil hacerlo, pero la armadura fluyó y dejo tras de sí la puerta abierta para que algunas personas entraran. Hasta que se acabó y ya no había forma de volver a poner la armadura en su lugar y quedé con las llagas producidas por tantos años de cargarla, a la intemperie de pestes e infecciones, duré pocos días. por fin quise pertenecer a algo de lo que no me exiliaran, la memoria, quería pertenecer a los recuerdos y me maté.
Han pasado los años, las cosas no salieron como quería, ahora no solo no pertenezco, ahora además no existo, ni siquiera se si soy un recuerdo, a veces veo una foto mía y a alguien mirándola, pero no se si se acuerdan quien era, no se si soy un nombre sin sentido. Mi madre y mis hermanos simplemente guardaron mis fotos, no hablan de mi, se ponen tristes para mi cumpleaños, ya no van al cementerio y ya no lloran cuando escuchan mi nombre.
Yo sigo en esta especie de limbo, buscando la forma de hacerlo llevadero y esperando que algún día llegue el final.