Quise experimentar la vida feliz. Me metí en la mente y el cuerpo de aquella contradicción. Quise probar la vida perfecta, la mujer perfecta. Los hijos perfectos. Todo lo que cualquiera desea tener. Sin embargo, yo estaba ahí. Estuve, hasta que finalmente, no tuve lugar donde estar.
La vida iba de maravillas o eso parecía. Yo estaba ahí y eso me llenaba de un vacío difícil de llenar. Hay diferentes tipos de vacíos. Vacíos donde nunca hubo nada. Vacíos donde debió existir algo. Vacíos donde quisieras que hubiera algo. Los alemanes tiene una palabra para aquellos. Algo así como una melancolía por los anhelos... No recuerdo bien.
Yo estaba ahí. Con un trabajo, una familia, tiempo libre, bienes materiales y amor que recibir y dar. Una rutina, una estructura y un orden en el caos. Tenía tiempos que ocupar y actividades que hacer. Amigos con los que compartir en fiestas. Hobby y deportes. Subidas al cerros, viajes a la playa. Una vida normal y común.
Un día, casi de la nada. Salí como de un cajón en el que me tenían guardado y sacaban de vez en cuando. No pude aguantar y salí. Revivir, entendiendo la ironía, la rutina final una vez más. Todo rápido y perfecto. La vida no es un lugar al que llamar hogar.